Hoy vengo a hablar de una obra de arte. Manido adjetivo, lo sé, pero hablamos de 'La linterna roja' de Zhang Yimou. Director de obras como 'La casa de las dagas voladoras', 'Hero' o '¡Vivir!' entre sus obras más conocidas. Aunque ésta en concreto es mi favorita.
Bien, poniéndoos en antecedentes a quienes no la conozcan, la película cuenta la historia de una mujer que por problemas económicos decide casarse con un chuloputas millonario, convirtiéndose, así pues, en la esposa número cuatro. Frívolo, ¿eh? Pues aquí no queda la cosa, ya que el chuloputas sólo puede pasar la noche con una mujer y para anunciar su llegada, como si de Papa Noel se tratase, en la casa de la esposa número X encienden lámparas rojas por doquier para así hacerle saber que tiene que pasar el mocho por el suelo y depilarse sus cositas.
Además, por haber sido tocada con tal fortuna a la esposa número X le corresponderán masajitos en los pies de tantos quehaceres diarios ¡y elegir hasta lo que quiere de desayuno al día siguiente! Vamos, una locura locurísima.
Pero veréis, la cosa se complica, porque la esposa número X tendrá que competir con el resto de esposas X elevado al cubo y es ahí cuando la cosa se pone interesante.
Esto que os he contado es lo que podréis leer en la sinopsis de la película, y bien, aquí vengo yo a intervenir puesto la verdadera historia tras el metraje, es que, amigos, ésto se trata de ¡marketing coorporativo! Sí, como lo oyes, pero si os fijáis en los detalles podréis observar que el desarrollo de la historia es algo que podéis observar en muchas de vuestras empresas.
Por supuesto, huelga decir que Yimou es un visionario emprendedor y que el tío sabe lo que se hace; y ya hablo desde un punto de vista cinéfilo, pero ahora centrémonos en los símiles que en esta película podemos encontrar yendo por partes.
Para empezar, aunque el matrimonio sea un asco, el tío no merezca la pena y el aguante no esté pagado, ahí sigue la zagala de turno aguantando porque o no puede encontrar algo mejor o de encontrarlo va a estar peor pagado o bien ya ha desarrollado síndrome de Estocolmo y ha optado por el costumbrismo.
Y para terminar a sabiendas de que el ser humano es competitivo, imponiendo un sistema de recompensas en función a logros obtenidos y equiparando continuamente los resultados entre unas u otras para despertar la llama de la discordia, aumentan su rendimiento altamente.
¿Os suena de algo? Sí, señores, sí, estamos ante el capitalismo empresarial más visceral y explotador. Primero nos hacen creer que la mierda que nos dan es buena, y segundo nos hacen desear que nuestras mierdas sean más olorosas que las del resto.
Y aquí está lo más triste de todo. Y es que hay de quienes tienen complejo de Segunda Dama y creen que van a heredar la máxima mierda y de quienes; como la Cuarta Dama, nunca consiguen ser felices con esa mierda pero se agarran a ella porque es la única mierda que van a poder oler.
En fin, dejándome ya de metáforas empresariales y centrándome en el film, esta película detalla a la perfección el ansía humana por ganar esa interminable partida de Mahjong que es la vida de la que o te conviertes en depredador o presa. La gran incógnita es si la culpa o el remordimiento te lo permitirán por más que lo intentes.