martes, 1 de septiembre de 2015

Trascendente fracaso

Que ya ha quedado claro en esta locura desenfrenada de... Cuatro entradas en tres años (o no sé cuantos, ya perdí la cuenta) que tengo un problema serio de egolatría y sobretodo de derrotismo, para que vamos a engañarnos.

Siento que me repito ya con el constante tono gris y amargo sobre fracaso, futalidad y desengaño vital, pero al menos yo reconozco que soy víctima del conformismo cómodo e irremediable de la sociedad. Y como diría Leonardo DiCaprio en 'Revolutionary Road'; "ésta inevitable vida"... O la frase decía algo así. Pero el caso, a donde quiero parar es que es inalterable esta sociedad y tampoco nos está permitido elegir.

¿Por qué estoy obligada a pertenecer a un país, a una etnia, a un sexo? ¿Quién decidió que eso era lo correcto? Y a eso me refiero con lo de inevitable e inalterable. 

Abreviando; dejando de lado toda esta inútil y obvia reflexión, me asalta el hecho de que me considero mejor que muchos otros, otra cosa que no viene a ser novedad, y que resulta obvia también. 

Tengo miedos normales y como puede experimentar cualquier persona. La soledad, ese gran vacío existencial y ese sentimiento de pungimiento en el pecho constante como si de un cuchillo sin punta se tratase, que raspa pero no daña, a eso me refiero. Sí, es una puta mierda, para que nos vamos a engañar, pero ¡joder! ¿Alguna vez he sido misteriosamente más feliz? Lo cierto es que no. Hoy tengo un mal día, bueno, mejor dicho un mal mes, pero cuando aprendes a estar solo y a ser feliz, aprendes a vivir. 

Nací sola, he crecido sola ¿por qué no iba a poder vivir sola? Detesto y considero débiles lastres a aquellos que requieren de otra persona para superar su vacío existencial, ¡qué os follen! En un apocalipsis zombie no sobreviviríais ni un jodido día, blandos. Pero ya lo que toca de más los huevos, son los que hablan de superación personal y blablabla y luego resultan ser ese tipo de personas. 

Y de lo que me he dado cuenta en todo este tiempo de sombras y frío es que la clave de la felicidad la tiene uno mismo, aprender a saber que es lo que quieres en cada momento, aprender a entenderte y a raíz de ello avanzar en busca de esos placeres propios y no inducidos. Eso es madurar, caerte y levantarte con tus propias manos, y no esos jodidos atajos hacia la falsa e inducida felicidad que escoge el 90% del subdesarrollo humano. 

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